SKAN/ LLUC QUERALT EN LA FUNDACIÓ FÓRUMSKAN/ LLUC QUERALT EN LA FUNDACIÓ FÓRUMSKAN/ LLUC QUERALT EN LA FUNDACIÓ FÓRUMSKAN/ LLUC QUERALT EN LA FUNDACIÓ FÓRUM

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Foto by Pep Escoda

Ahora, cuando los vientos de la incertidumbre siembran dudas y oscurecen los luminosos dias de otoño, la alegria que proporciona participar del éxito de un amigo, es impagable. La exposición retrospectiva de Lluc Queralt en la Fundació Fórum es a mi modo de ver una de las mas decisivas de cuantas integran Skan, el festival de fotografía de Tarragona. Una extraordinaria selección de la obra realizada por el artista en los últimos catorce años, comisariada por la directora de la fundación Chantal Grande, que reúne mas de cincuenta obras que nos conducen por los caminos recorridos por el artista en sus permanentes viajes por distintos países.

Siendo todavía estudiante, el diario “Avui” seleccionó unas fotografías suyas realizadas en Vietnam para publicarlas en las páginas centrales del dominical. Cuanta emoción, cuanta ansiedad contenida y cuanto futuro en nuestras conversaciones frente al Macba, rodeados de “grafittis” y de vitales “skatboys” jugando con los transeúntes, los bancos y las aceras. Magnifico en el proyecto “Cadavre&Grafitti”, o pintando con una contagiosa alegría los “grafitti” de las persianas de mi taller, junto a su hermano Dann y a Jordi Erola. En “Trayectoria”, así ha titulado su exposición, nos propone un recorrido en riguroso blanco y negro, por múltiples instantes captados al vuelo y cuidados al máximo en el posterior revelado y en la elección del papel sobre el que ha reproducido la imagen. A menudo contundente, otras veces sutil o seducido por la devastadora y convulsa belleza, o por la belleza de la ausencia de belleza, que no necesariamente es la fealdad. Dos fotografías me atraparon con una fuerza arrolladora. Una de ellas, una escena oriental en la que una mujer situada en el centro de la composición, se peina coqueta, con las manos, mientras otra, sumisa, en cuclillas, parece servirla en su “toilette”. Todo ello enmarcado en una atmósfera de viejos y deteriorados artesonados de madera que el blanco y negro fotográfico reproduce acercándose a los “quemados” propios de la fotografía surrealista de los años 30 del siglo pasado. La imagen, toda, recuerda en un “flash-back” las escenas orientales del pintor Mariano Fortuny, y sus seductoras odaliscas rodeadas de mágicos tapices, todo, de una riqueza estética desbordada de lujo y de extraordinaria ejecución. La única diferencia entre los dos mundos, el de Fortuny y el de Queralt, es que en la fotografía, la escena está presidida por una vieja odalisca, que a simple vista puede parecer joven, y lo que en el pasado fueron ricas tapicerías, ahora no son más que unos trapos tendidos secándose al sol. El lujo es el tratamiento de la luz y el control de los negros. En palabras de Chantal Grande, representa el mundo. Sí, un mundo venido a menos que se resiste a desaparecer. La otra imagen que me cautivó es una sorprendente fotografía “Zen”, si es que acaso se la pueda definir así. Unas simples cañas clavadas en la arena de la playa, un poema vertical, sobre el horizontal y sutil ondulado de la arena. Es así como dos mundos que pueden parecer antagónicos, son en realidad complementarios. Son la esencia de este artista, que desplegadas las alas y con el viento a favor, emprenderá otra vez el vuelo, para volver, como siempre, radiante.

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Ahora, cuando los vientos de la incertidumbre siembran dudas y oscurecen los luminosos dias de otoño, la alegria que proporciona participar del éxito de un amigo, es impagable. La exposición retrospectiva de Lluc Queralt en la Fundació Fórum es a mi modo de ver una de las mas decisivas de cuantas integran Skan, el festival de fotografía de Tarragona. Una extraordinaria selección de la obra realizada por el artista en los últimos catorce años, comisariada por la directora de la fundación Chantal Grande, que reúne mas de cincuenta obras que nos conducen por los caminos recorridos por el artista en sus permanentes viajes por distintos países.

Siendo todavía estudiante, el diario “Avui” seleccionó unas fotografías suyas realizadas en Vietnam para publicarlas en las páginas centrales del dominical. Cuanta emoción, cuanta ansiedad contenida y cuanto futuro en nuestras conversaciones frente al Macba, rodeados de “grafittis” y de vitales “skatboys” jugando con los transeúntes, los bancos y las aceras. Magnifico en el proyecto “Cadavre&Grafitti”, o pintando con una contagiosa alegría los “grafitti” de las persianas de mi taller, junto a su hermano Dann y a Jordi Erola. En “Trayectoria”, así ha titulado su exposición, nos propone un recorrido en riguroso blanco y negro, por múltiples instantes captados al vuelo y cuidados al máximo en el posterior revelado y en la elección del papel sobre el que ha reproducido la imagen. A menudo contundente, otras veces sutil o seducido por la devastadora y convulsa belleza, o por la belleza de la ausencia de belleza, que no necesariamente es la fealdad. Dos fotografías me atraparon con una fuerza arrolladora. Una de ellas, una escena oriental en la que una mujer situada en el centro de la composición, se peina coqueta, con las manos, mientras otra, sumisa, en cuclillas, parece servirla en su “toilette”. Todo ello enmarcado en una atmósfera de viejos y deteriorados artesonados de madera que el blanco y negro fotográfico reproduce acercándose a los “quemados” propios de la fotografía surrealista de los años 30 del siglo pasado. La imagen, toda, recuerda en un “flash-back” las escenas orientales del pintor Mariano Fortuny, y sus seductoras odaliscas rodeadas de mágicos tapices, todo, de una riqueza estética desbordada de lujo y de extraordinaria ejecución. La única diferencia entre los dos mundos, el de Fortuny y el de Queralt, es que en la fotografía, la escena está presidida por una vieja odalisca, que a simple vista puede parecer joven, y lo que en el pasado fueron ricas tapicerías, ahora no son más que unos trapos tendidos secándose al sol. El lujo es el tratamiento de la luz y el control de los negros. En palabras de Chantal Grande, representa el mundo. Sí, un mundo venido a menos que se resiste a desaparecer. La otra imagen que me cautivó es una sorprendente fotografía “Zen”, si es que acaso se la pueda definir así. Unas simples cañas clavadas en la arena de la playa, un poema vertical, sobre el horizontal y sutil ondulado de la arena. Es así como dos mundos que pueden parecer antagónicos, son en realidad complementarios. Son la esencia de este artista, que desplegadas las alas y con el viento a favor, emprenderá otra vez el vuelo, para volver, como siempre, radiante.

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