DE CAJÓN ” El calaix dels somnis” de Pep EscodaDE CAJÓN ” El calaix dels somnis” de Pep EscodaDE CAJÓN ” El calaix dels somnis” de Pep EscodaDE CAJÓN ” El calaix dels somnis” de Pep Escoda

Todavia resuenan en mis oídos las palabras de un irritado Secretario de Cultura del Estado, el Sr. José María Lassalle en el Congreso de los Diputados, en referencia al lamentable estado de financiación de las instituciones culturales catalanas: ¿Como puede ser que en Catalunya, con un empresariado tan vigoroso, no haya patrocinios?. Acertadas, si. Pero a toro pasado. Nadie, ni el mismo Sr. Lassalle, hizo mención alguna a la tan esperada Ley de mezenázgo, que lleva más de dos años encerrada en un cajón, y cuya llave parece haberse extraviado en alguno de los bolsillos del traje del jacobino Sr. Lassalle.

    Y de un cajón, a otro. Bajo la puerta de mi taller, observé un ojo que me miraba fijamente. Era el ojo de Pep Escoda reproducido en una delicada invitación en la que me comunicaba la inauguración de su exposición de fotografia en la Fundació Caixa Tarragona. El primer disparo del festival SCAN, “El calaix dels somnis” es el título de diversas colecciones de fotografía seleccionadas de su generoso archivo por Silvia Omedes, comisaria de la exposición. Cada una de estas colecciones tiene un título bien significativo:- Arquitectura del buit- Terres cavades- Havana- Romania- Quadern de viatge- Inside Tarragona- y Guaites.

   Sorprende la cuidada distribución de la obra y el ajustado formato de la misma. Retratos, estos personajes, hora plácidos, hora inquietantes, que nos observan a través del tiempo. Paisajes exuberantes de verdor, enfrentados a desolados paisajes urbanos, y paisajes urbanos en los que late la vida, apasionadamente, sin necesidad de hacerla evidente. El calor humano palpita detrás de los cristales de una ventana, detrás de un muro, incluso tras una puerta cerrada. Pep Escoda, creo que ha dado la vuelta al mundo en sus múltiples viajes, casi siempre por trabajos de encargo, otras, claro está, por placer. Siempre acompañado por por el Mediterráneo que le vió nacer, en el barrio del Serrallo de Tarragona. Varadero, San Petesburgo, LLekeitio, San Sebastián, París, Berlín, Miami, Nueva York y otros. Blanco y negro. Un clásico riguroso de alta escuela, con una atención por momentos genial a la frágil gama de grises. Y el color, en fotografía siempre tan peligroso, encuentra aquí el justo equilibrio entre su presencia, su función y la composición a la que pertenece.

  Lloviznaba cuando salí de la sala de exposiciones, que por cierto estaba llena hasta la bandera.Salí con dos fotograíias impresas en mi memoria: Teatre i aula de l’antic pósit de pescadors”-Serrallo. Y los ojos en blanco y negro de una niña rumana que me recordaron a los de Edith Piaf en 1910. Y así, mientras un cajón permanece cerrado a cal y canto. Otro, el de los sueños, generosamente abierto, muestra sus tesoros a todo aquél que se le acerca, con el corazón a mar abier

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